SANTANDER, 22 May.
La Audiencia Provincial de Cantabria ha emitido un veredicto condenatorio a un individuo que agredió brutalmente y agredió sexualmente a una mujer que había conocido recientemente en un club nocturno, llegando incluso a involucrar a su perro en el acto.
Este individuo ha sido declarado culpable de violación y lesiones por la Sección Primera de la Audiencia, aunque se consideró la atenuante de drogadicción debido al consumo simultáneo de cocaína y alcohol al momento de los hechos.
Además de cumplir una pena de trece años de prisión, se le ha impuesto la obligación de someterse a ocho años de libertad vigilada y pagar una compensación de 16.680 euros a la víctima por las heridas, el daño moral y la secuela psicológica resultante: un agravamiento de sus trastornos mentales preexistentes.
De acuerdo con el fallo judicial, el agresor conoció a la mujer en su lugar de trabajo y la invitó a su casa, donde permaneció voluntariamente durante los días siguientes. Sin embargo, la situación cambió dramáticamente dos días después, cuando consumieron cocaína junto con alcohol y el individuo se tornó extremadamente violento.
La agresión incluyó golpes en el rostro y la cabeza, cortes con un cuchillo y la amenaza de disparar a la mujer con una pistola cargada. Posteriormente, obligó a la víctima a desnudarse y adoptar una postura sumisa mientras él la sometía sexualmente, llegando incluso a permitir que su perro participara en el acto.
Ante la brutalidad de la situación y el miedo al agresor, la mujer se vio imposibilitada de escapar. Sin embargo, logró huir cuando el individuo se quedó dormido, sufriendo múltiples heridas en diversas partes de su cuerpo que requirieron atención médica y terapia psiquiátrica posterior.
Las pruebas recopiladas incluyeron muestras de semen del agresor y de semen animal en el cuerpo de la mujer, así como objetos utilizados para infligir las heridas encontrados en la vivienda del agresor. La veracidad de la narrativa de la víctima fue respaldada por el reconocimiento de los hechos por parte del propio acusado.
El tribunal concluyó que el agresor había cometido actos sexuales sin consentimiento alguno, recurriendo a la fuerza física y causando un profundo impacto psicológico en la víctima. La sentencia finalizó destacando que la mujer logró escapar al adoptar una actitud de sumisión, no de consentimiento, frente a la violencia desmedida del agresor.
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