En un reciente informe, el Instituto de Hidráulica de Cantabria (IH) ha revelado que la erosión en la playa de El Puntal ha sido prácticamente inexistente desde 2016, mientras que las playas de Loredo y Somo han experimentado una notable disminución en sus tasas de erosión. Estos hallazgos fueron anunciados el pasado martes y podrían ser clave para la gestión costera de la región.
El estudio también destaca que, gracias a la política de dragados y vertidos implementada en los años 90, la Bahía ha conseguido alcanzar un equilibrio dinámico en su sistema costero. Este equilibrio es esencial para la preservación del ecosistema local en el largo plazo, según lo evidencian los resultados presentados.
Con miras a mantener este estado de equilibrio, el IH ha propuesto varias iniciativas, incluyendo la recuperación de áreas inundables, el dragado del canal secundario y la realimentación estratégica del sistema de playas. La Autoridad Portuaria de Santander (APS), que financió este estudio, planea iniciar una campaña anual de dragado que se extenderá por los próximos cinco años, particularmente centrada en el canal de navegación entre Punta Rabiosa y Somo. Esto, argumentan, mejorará la operatividad del área durante las bajamares vivas.
Este plan se inscribe dentro de las recomendaciones del Plan de Gestión Integrada de la Bahía de Santander, más conocido como el Plan Bahía. Este documento abordará una de las diez problemáticas identificadas en el estuario, y sus conclusiones finales se presentarán en el futuro próximo.
Un análisis detallado del estudio revela que la progradación de Punta Rabiosa, que antaño avanzaba a más de diez metros anuales, ha caído a niveles casi insignificantes de 0,20 metros por año entre 2016 y 2024. Por su parte, las playas de Loredo y Somo también han mostrado resultados alentadores, reduciendo su retroceso histórico a tasas que ahora se sitúan en 0,50 y 0,20 metros anuales, respectivamente.
Para llegar a estos resultados, el IH llevó a cabo una exhaustiva campaña de recopilación de datos, que incluyó levantamientos topo-batimétricos de alta resolución y la aplicación de modelos numéricos innovadores para entender los procesos costeros. Esta rica base de datos ha facilitado una comprensión precisa del estado actual del estuario, subrayando una reducción significativa en las tasas de erosión de las playas mencionadas.
A pesar de estos avances, los especialistas advierten que la zona costera, caracterizada por su baja altitud, es extremadamente vulnerable ante los riesgos climáticos. Uno de los problemas más apremiantes que enfrenta la Bahía es la creciente amenaza del aumento del nivel del mar, que puede provocar un retroceso en la línea de costa y enriquecer la frecuencia de inundaciones, poniendo en riesgo tanto a infraestructuras como a ecosistemas dunares.
Para afrontar estos retos, se han sugerido medidas proactivas que aseguren la estabilidad de la Bahía y su sostenibilidad en el largo plazo. Entre ellas se encuentra la recuperación de zonas inundables, como las marismas de Boo y Cubas, que representan una clara solución basada en la naturaleza, destinada a reconectar áreas mareales históricas al flujo del estuario.
La restauración de estas áreas no solo beneficiará la biodiversidad, proporcionando hábitats vitales para la flora y fauna local, sino que también mejorará la dinámica del agua en la región, aumentando la capacidad de autocuración de los canales interiores tras las mareas.
El estudio también aboga por un dragado de mantenimiento en el canal de Pedreña, actualmente afectado por la acumulación de sedimentos, lo que ha disminuido su operatividad. Se estima que esta acumulación ha reducido el calado en un 30% en años recientes, lo que afecta de manera crítica la seguridad de la navegación en el área.
La mejora de este canal facilitaría la conectividad interior y garantizaría el funcionamiento de servicios cruciales, como el transporte de pasajeros hacia Pedreña y Somo, así como el acceso a instalaciones náuticas.
Para combatir el impacto del cambio climático, el estudio sugiere añadir cuatro millones de metros cúbicos de arena de yacimientos externos en la plataforma continental. Se propone una entrega gradual de este material, que puede proceder de áreas ubicadas frente a los acantilados al norte de Santander y en las cercanías del cabo de Ajo, donde se ha verificado que su composición es compatible con la arena local.
El plan contempla que la mejor manera de abordar este aporte de arena sea de manera progresiva, vertiendo 150.000 metros cúbicos anuales en la misma zona que actualmente está sumergida. Según César Díaz, presidente de la APS, es vital mantener un calado adecuado que garantice el acceso de los buques a los muelles y el correcto desarrollo de las operaciones portuarias, al mismo tiempo que subrayó la importancia del rol de la APS en el futuro del estuario.
Raúl Medina, director general de IHCantabria y coautor del estudio, destacó que por primera vez en dos décadas se cuenta con una base de datos actualizada que confirma un equilibrio en el sistema. Sin embargo, advirtió que esta estabilidad representa solo un punto de partida, enfatizando la necesidad de la colaboración entre administraciones a través del Plan Bahía para definir las próximas acciones a seguir en la región.
Las conclusiones del Estudio Hidrodinámico se integrarán en el marco del Plan Bahía, donde se abordarán las diez problemáticas previamente identificadas en el estuario, con la expectativa de que se presenten nuevas conclusiones en un futuro cercano.
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