La Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria ha decidido aumentar la pena de ocho a dieciséis años de cárcel para el individuo que se mantuvo inmóvil como cooperador necesario en un caso de violación en Santander.
Este hombre fue parte de un grupo de agresores que violaron a una joven durante la Semana Grande de la ciudad en 2022, mientras ella se encontraba bajo los efectos del alcohol y las drogas.
Además, el tribunal de apelación ha aceptado parcialmente los recursos presentados por el ministerio fiscal y la acusación particular contra la sentencia original emitida por la Audiencia Provincial de Cantabria en junio.
En esta nueva sentencia, se considera que el acusado que permaneció inmóvil no fue simplemente un cómplice, sino un cooperador necesario en las agresiones sexuales, al crear un ambiente intimidante que permitió los ataques hacia la mujer.
La decisión de elevar la pena se basa en la participación activa del acusado en las agresiones y su contribución a la violencia ambiental que se vivió en el momento de los hechos.
Junto con la condena de dieciséis años de prisión, al acusado también se le prohibirá comunicarse o acercarse a la víctima durante veinticuatro años y estará sujeto a libertad vigilada durante diez años después de cumplir su condena.
Además, la Sala ha decidido aumentar el tiempo de inhabilitación especial para todos los acusados, impidiéndoles trabajar en cualquier ocupación que implique contacto con menores durante treinta y seis años.
En cuanto a la responsabilidad civil, se ha impuesto una indemnización conjunta de 60.000 euros a los agresores en favor de la víctima, considerando el impacto de la agresión en la vida de la joven y la alteración en su comportamiento causada por los hechos.
Según los detalles del caso, la mujer, bajo la influencia de alcohol y drogas, conoció a uno de los acusados en una fiesta y luego fue llevada a la casa de otro de los agresores, donde ocurrieron las violaciones.
La víctima se vio rodeada por varios hombres que la forzaron a mantener relaciones sexuales, mientras ella permanecía paralizada por el miedo y la intimidación del grupo.
La sentencia destaca la vulnerabilidad de la mujer en la situación, su incapacidad para resistirse físicamente a los agresores y el temor que la llevó a permanecer inmóvil durante los abusos sexuales.
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